Con la llegada del buen tiempo, es común observar cómo las personas salen con más frecuencia al exterior para practicar un poco de deporte o simplemente airearse del estilo de vida que llevan. La buena temperatura, la cantidad de horas de luz o la energía positiva que emana la primavera y el verano son factores que influyen en nuestras vidas como seres humanos. Los buenos hábitos ayudan a evitar enfermedades en la medida de lo posible además de mejorar nuestra calidad de vida. Consejos o recomendaciones que apenas son dificultosas de acoger y que pueden suponer un antes y un después en la vida del individuo.
- Beber agua con más continuidad: No hace falta beber agua únicamente cuando se tiene sed. Para evitar la deshidratación, es recomendable hidratarse con continuidad. Nuestro cuerpo está formado mayoritariamente por agua, por lo que la importancia de este líquido es muy alta. Beber agua en ayunas es muy favorable para nuestro organismo. Nos ayuda a eliminar toxinas, favorece el tracto digestivo, nos refresca y además activa gran parte del cuerpo.
- Tomar sol con protección: Con la llegada del verano, tomar el sol es una de las actividades favoritas de la gente. Pero como todo en la vida, hay ventajas e inconvenientes. Antes que nada, es de eminente importancia usar una buena crema de protección solar y controlar el tiempo de exposición. El astro rey ayuda a la formación de vitamina D, una sustancia que mantienen los huesos sanos y fuertes. También nos afecta psicológicamente, ya que tomar el sol un rato ayuda a mantener el buen humor. Pero también es trascendental saber que la piel puede sufrir lesiones por tomas de sol bastantes prolongadas, perjuicios oculares o llegar incluso a desarrollar cáncer de piel. Por este motivo es muy significativo controlar tanto la calidad como la cantidad de tomar el sol para evitar males mayores.
- Ser activo físicamente: Aficionarse a un deporte o practicarlo con asiduidad es vital para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Los expertos recomiendan la práctica física de tres a cinco veces por semana, ya que ayuda a controlar nuestro peso, mantienen el sistema cardiovascular en perfecto funcionamiento y sobretodo favorece un envejecimiento sano.
- Un desayuno completo: Es importante realizar cinco comidas al día, pero también lo es ingerir un desayuno completo. Quitar la bollería industrial, añadir piezas de fruta junto con lácteos y cereales e incluso dividir el desayuno en dos comidas (el principal y otro a media mañana), son hábitos fáciles de insertar en nuestra agenda y que de seguro ayudarán positivamente a nuestro ritmo de vida.
- Dormir es parte de nosotros: Un tercio de nuestra vida lo pasamos durmiendo. El hecho de no descansar adecuadamente puede influir de manera negativa en el trascurso del día. Descansar ayuda a reparar nuestro cuerpo del desgaste sufrido durante nuestra actividad. Es por eso que es de vital importancia saber cuánto necesitamos dormir cada uno, ya que cada persona tiene su medida particular.
- Rompe tu zona de confort: La zona de confort es aquella en la que nos sentimos cómodos y conocemos casi todo de ella. No hay riesgos ni imprevistos. Pero muchas veces es fundamental armarse de valor y saber romperla para producir avances en nuestras vidas profesionales o personales. No es una tarea fácil, pero tener la voluntad es más de la mitad del camino. Romper la zona de confort nos ayuda a conocer nuevos horizontes, y aunque al principio uno se sienta incómodo, al final la sensación de plenitud invade nuestros cuerpos.
- Mantener unos hábitos higiénicos adecuados: Cuidar nuestro cuerpo en el aspecto higiénico es primordial. Cada persona se proyecta así mismo hacia la sociedad con su aspecto. Además, ayude a evitar contraer enfermedades. Prácticas como ducharse diariamente, cuidarse el pelo, lavarse las manos con agua y jabón frecuentemente o cepillarse los dientes después de las comidas son ejercicios que no todo el mundo hace y mejoran exponencialmente nuestra calidad de vida.