Hace ya 25 años desde que José Gabriel Saiz regresara a sus raíces y decidiera hacer del Bádminton el deporte estrella de Cañete: “Queríamos hacer un deporte diferente, que no fuera fútbol. En los pueblos pequeños aprovechamos y el que sabe hacer algo lo enseña. Yo jugaba al bádminton y eso hice, pero incluso ofertamos hockey sobre patines”.
Las primeras clases llegaron de a través de la Asociación Cultural y Deportiva “La Atalaya” y años después ya se creó el Club Deportivo Cañete. Como en todo, los inicios fueron complicados: “Era como un taller de la AMPA. Empezamos con pocos niños y algunos de ellos, los que han permanecido en el pueblo, siguen jugando”. Sin instalaciones, utilizaban cinta americana para crear el campo en el polideportivo. Pidieron permiso para pintar las líneas y, en lugar de una pista, marcaron primero tres y luego cinco: “Se enfadaron un poco, pero lo entendieron. Ahora podemos jugar hasta 20 personas al mismo tiempo y no hay que hacer cola”.
José Gabriel empezó a aprender a controlar el volante a los 20 años como un mero pasatiempo: “Estudiaba en Cuenca y un verano, tras haber hecho varios deportes, me apunté a bádminton junto a unos amigos de la universidad. Jugué en campeonatos universitarios de España y llegamos a estar federados con el Club Albatros de Cuenca hace unos ocho años”. Aunque tuvo que dejarlo poco tiempo después por el sacrificio que entrañaba viajar por toda la región cada fin de semana.
Lo que no ha abandonado tras un cuarto de siglo han sido las clases. Este año cuentan con unos 20 alumnos, aunque en otros cursos han llegado a rebasar la treintena: “Juegan en primaria, secundaria y después los adultos, aunque hay niños que también se quedan. Niños cada vez tenemos menos, pero baja gente también de los pueblos de alrededor. Al final se enganchan y se agradece porque los inviernos en los pueblos pequeños se hacen muy largos”. Achaca la falta de alumnos al mismo problema que tiene el pueblo para fijar población: una vez que se marchan a estudiar fuera, pocos regresan.
Pese a no estar federados, compiten en torneos en abierto y con los más pequeños se inscriben en las competiciones de “Deporte en Edad Escolar”. Es aquí donde han cosechado sus mayores éxitos a nivel provincial y regional, siendo una oportunidad única para aprender y socializar: “Es importante que salgan a competir para que se den cuenta de que siempre hay alguien mejor que tú. Pero nuestro objetivo es que los niños se lo pasen bien”.
Aunque reconoce que desearían que el crecimiento de sus alumnos fuera mayor: “Si estuviéramos más cerca de Cuenca nos gustaría que fueran a entrenar con el club Albatros, que son como nuestros hermanos. Por eso es complicado tener deportistas de élite que se pudieran formar más”. Pese a ello disfrutan de los viajes por el buen ambiente que encuentran dentro de la disciplina: “Es un deporte como una familia. Cuando salimos hay mucha amistad porque nos conocemos todos”.
José Gabriel preside el Club Deportivo Cañete y para impartir las clases cuenta con el talento de Juan, uno de sus primeros alumnos: “Cuando hacen clinic en Cuenca en deporte escolar siempre va. Nos enseñan los del Club Albatros. Escuchamos, aprendemos y luego lo aplicamos aquí”. En edades tempanas, utilizan el método del juego para llegar a la técnica: “Enganchamos a los pequeños al deporte jugando. Aunque luego cuando empiezan a competir sí que les damos caña”.
Trece ediciones han organizado ya de su tradicional campeonato, celebrado cada mes de julio. Apoyados por el ayuntamiento, los vecinos del pueblo y la Universidad de Castilla-La Mancha, invitan a toda la región e incluso a clubes de otras comunidades a participar: “Lo hacemos en julio para no pisar el torneo Samuel Ferrer ni el de San Julián, que no son de competición oficial. Pasamos todo el día aquí juntos”.
Lejos de parar, este deporte en Cañete no tiene freno. La gente nueva que llega al pueblo baja a entrenar al polideportivo y muchos de los que en su día se marcharon y ahora han regresado también han retomado el bádminton: “Es un deporte muy agradecido, no necesitas tener mucha técnica para empezar a jugar. La gente se sorprende. Pasa cuando estamos jugando y les choca que en un pueblo tan pequeño haya 30 personas entrenando a la vez”. Una práctica que refleja el alma del bádminton en Cañete, un deporte, a priori, de unos pocos, que se ha convertido en una práctica, a posteriori, para todos.