La presencia en eventos deportivos de élite siempre es una experiencia que, independientemente de tus gustos deportivos, hay que vivir alguna vez. Por supuesto que se ve mucho mejor en la tele, con todos los datos, varias cámaras a la vez y repeticiones, pero esa sensación de ser estar viéndolo en directo con todo el ambiente que lo rodea es algo especial y que no se olvida. Puede no gustarte el balonmano pero si te acercas una tarde al Sargal en plena ebullición y no se te pone la piel de gallina quizás seas un robot. Os voy a contar como viví en primera persona la victoria de Valverde en Innsbruck.
Salimos a las 7 de la mañana desde Múnich, donde resido, hacia Innsbruck con intención de ver la carrera en la subida a Igls que tendrán que realizar 7 veces. Pese a faltar más de 3 horas para que la carrera pase por primera vez hay bastante ambiente, especialmente numerosas eran las aficiones belgas, italianas y eslovacas. Hay también mucha gente haciendo la subida en bicicleta, entre ellos Mario Cipollini y Paolo Bettini que iban con una grupeta de amigos.
Una de las preocupaciones era la espera hasta que empezaran a pasar los ciclistas pero la organización tenía varias “fans zone” con pantallas gigantes y también los negocios locales sacaban puestos de venta y televisiones para seguir la carrera. Otra de las preocupaciones era encontrar un lugar donde poder ver a los ciclistas cómodamente y a ser posible en primera línea. Decidimos subir casi hasta la cima del puerto a poco más de un 1 kilómetro.
Las primeras vueltas, con la escapada con tantos minutos de ventaja, se hacen largas pero a medida que el pelotón se pone a tirar cada vez pasan más seguidos y mientras tanto puedes hablar con unos y con otros sobre ciclismo, los hay más preparados con caravanas y teles, otros tiran de streaming en el móvil. Da la casualidad de que nos pusimos al lado de un grupo de amigos de Walter Poels y pudimos seguir la carrera al minuto. Una de las cosas que llama la atención es que se anima igual al que ataca que al que se queda y va cerca del coche escoba, todos reciben los ánimos y aplausos del público.
Las vueltas pasan y ver al paisano Herrada comandar el pelotón, estar atento a los cortes hacía surgir el orgullo conquense. La gloria se la llevará Valverde con su victoria pero el mundial que ha realizado Herrada (y toda la selección) es espectacular ya que estuvo hasta la última vuelta cerca de su líder haciendo un gran trabajo.
Pasan los ciclistas por última vez por nuestra posición y los nuestros van inmejorablemente colocados, podía pasar algo grande y vaya si pasó… No son aún las cinco de la tarde y una pequeña colonia española hemos invadido una carpa de publicidad de una tienda de ropa alemana. No nos conocíamos de nada pero allí nos íbamos organizando por países, españoles, italianos y franceses sobre todo. No hay que decir que los más animados éramos nosotros animando a Valverde, tanto es así que al final los alemanes acabaron poniendo la canción de Lady Gaga, Alejandro en el equipo de música a todo trapo.
La batalla de la animación la habíamos ganado, teníamos de nuestra parte a austriacos y alemanes, todos cantando Ale Alejandro como se puede ver en uno de los vídeos. Llega la cuesta de cabras final con porcentajes excesivos cercanos al 30% donde los ciclistas poco más que aguantar encima de la bici pueden hacer y Valverde lo tiene todo de cara para poder lograr su primer mundial.
Realmente, de los dos últimos kilómetros sólo recuerdo voces de gente animando a Valverde con Lady Gaga sonando en bucle en la carpa. No se puede escapar. Es la oportunidad de su vida, nadie ha vuelto de una sanción de dopaje (2 años estuvo sancionado por la Operación Puerto) al nivel que lo ha hecho él y puede lograr la única medalla que le falta después de varias platas y bronces.
Ha ganado Alejandro Valverde y todo el mundo estalla de alegría a la vez que en la carpa los alemanes nos ponen el himno de España para celebrarlo. Todo el mundo encima de las mesas y felicitaciones de los “rivales”. Y de nuevo Ale Alejandro. Siempre Alejandro.