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Mercedes Marrero: «Lo de Cuenca no lo cambio por nada del mundo»

Nacida en 1961 en Santa Cruz de Tenerife, la exjugadora de baloncesto Mercedes Marrero comenzó a practicar este deporte en el Colegio de la Asunción, donde consiguió clasificarse para el Campeonato de Canarias en categoría cadete y junior llegando a jugar en el Campeonato de España de junior en Burgos. Con tan solo 15 años debutó en la máxima categoría del baloncesto femenino en la temporada 1976/77 con el Tenerife Krystal, equipo en el que permaneció durante diez años.

Su paso por Cuenca se produjo en el verano de 1978 durante el II Campeonato de Europa de Baloncesto juvenil femenino. Del 14 al 24 de agosto de dicho año, el Pabellón Polideportivo El Sargal acogió a un total de 15 selecciones que disputarían un gran campeonato. La primera edición se había celebrado en Polonia y había dejado a España en décima posición.

Posteriormente, en 1986, Marrero se licenció como Piloto de la Marina Mercante en la Universidad de La Laguna y se matriculó en la Escuela de Náutica de dicha universidad, donde en 1992 obtuvo el Título de Capitán de Marina Mercante siendo la primera mujer española en hacerlo.

“Lo de Cuenca fue una experiencia fantástica”, afirma Marrero, “éramos 40 chicas de toda España que no eran conscientes de que formarían parte de una selección”. La exjugadora de baloncesto afirma que, más que un equipo, eran “un grupo de amigas en el que había muy buen ambiente”. El equipo pasó más de un mes en la provincia conquense antes del inicio del campeonato y, pese a su lejanía temporal, Marrero aún recuerda los detalles de las calles por las que anduvo.

Mercedes Marrero, la primera de la derecha sentada y con trenzas

“Siempre diré que me sentí como si fuese famosa”, admite emocionada, y es que la ciudad se volcó de un modo único con la selección. “El equipo de mi colegio había quedado campeón de España y había subido a Primera División, además lo hicieron en Cuenca. Creo recordar que el presidente de la federación se llamaba Paulino y, cuando llegué dos años después, en el 78, se acordaba de mí y de todas las chicas de Tenerife que habían estado en la fase de ascenso”, relata, “imagina la coincidencia”. “Todas las tardes teníamos un ratito libre y recuerdo ir a tomar la horchata más rica que he probado en mi vida. En Cuenca engordé un montón a pesar de todo el entrenamiento y el calor que hacía”, explica entre risas. Marrero no solo quedó encandilada de los productos gastronómicos conquenses, sino también de su río: “recuerdo ir a bañarme al río, era la primera vez en mi vida que lo hacía y el agua estaba muy fría”. “Fue una experiencia maravillosa”, reconoce.

La deportista se refiere al transcurso del campeonato como una vivencia “asombrosa”: “el pabellón se llenaba, la gente nos animaba. Además, el público tenía una expresión que nunca se me olvidará. Cuando el árbitro pitaba algo mal decían ‘al río, al río’. Dos años después fui a jugar la Liliana Ronchetti a Suiza y, en el acto de presentación, se me acercó un árbitro francés y me dijo al oído ‘al gio, al gio, al gio con él’”. Marrero afirma que su paso por la selección le sirvió para consolidar una fuerte amistad entre todas las jugadoras que perdura hasta hoy. “Nos sentimos muy queridas por toda la gente y eso fue fabuloso. El recuerdo de Cuenca fue muy bueno”, asegura.

Mercedes Marrero y el mundo de la náutica

“Siempre tuve la intriga”, dice al respecto al mundo de la náutica. “Cuando terminé COU no sabía muy bien qué estudiar. Iba a estudiar Medicina o INEF pero en aquella época no se estudiaba en Canarias y debía irme a la península. Justo ese año se aprobó la Constitución del 78 y permitieron a las mujeres entrar en las escuelas náuticas, una carrera en la que aún estaba vetada la mujer. Como no quise quedarme con la intriga de por vida comencé a estudiar náutica para ser marino mercante y lo compaginé con el baloncesto”, explica. “Con 26 años, en el 86, ya era piloto y me fui a navegar, por lo que tuve que dejar el baloncesto. La verdad me dio mucha pena porque me veía con ganas de seguir jugando, pero me era totalmente incompatible. Embarcaba y pasaba cuatro o cinco meses en un barco, por lo que tuve que dejar el deporte”, precisa Marrero.

Marrero navegó en distintas compañías hasta el año 2000, fecha en la que se presentó a unas oposiciones que le permitieron trabajar hasta hoy en salvamento marítimo, un centro de emergencia. El cambio contemplado en la Constitución del 78 le permitió graduarse en la primera promoción en la que este cambio se hizo oficial. Es así cómo la exjugadora de baloncesto se convirtió en la primera mujer que obtuvo el título de Capitán de la Marina Mercante: “estuve navegando en petroleros, barcos de carga, de pasaje”.

De la pista de baloncesto al mar

“En aquella época nadie vivía del baloncesto. Yo jugaba pero lo tenía como una afición, un divertimento. En cualquier caso, era mi vida, salía de clase y me iba a entrenar y, como estuve jugando en Primera División desde los 15 hasta que me retiré, todos los fines de semana estaba de viaje”, narra. “El cambio fue drástico tanto para mí como para todo el que se dedica a lo mío. Tu trabajo es estar en un barco día y noche a guardias de cuatro horas. La vida es totalmente diferente. Echaba mucho de menos el deporte en todos los sentidos. Fue un cambio radical, pero en ese momento también estaba ilusionada con mi carrera y mi nuevo trabajo”, confiesa Marrero.

Marrero afirma no haberse desligado nunca de las amistades forjadas en su época como jugadora de baloncesto, sin embargo, confiesa que le fue muy duro dejar este deporte: “era un reto, un cambio de vida, pero también un proyecto ilusionante porque por fin trabajaría de aquello que había estudiado”.

La canaria sostiene que “el deporte es algo que siempre llevas”. Así, explica que, pese a su edad, juega al tenis en equipos de veteranas: “cuando haces deporte, cualquier actividad te atrae. Navegando eso fue difícil”.

El baloncesto de hoy

“En aquella época había jugadoras de muchísima calidad que no desentonarían nada en el baloncesto actual”, asevera. “Lo que sí es cierto es que ahora mismo la preparación y fuerza física es muy superior a la que había por aquel entonces. Ahora las chicas pueden dedicarse al deporte, pero antes debías compaginarlo con los estudios por lo que tenías menos tiempo. Además, no se aplicaban las mismas técnicas ni el mismo esfuerzo con las chicas que con los chicos, pero sí, el baloncesto ha ganado mucho a lo largo de estos años en preparación física”.

Marrero explica que destacaba por su “facilidad para meter puntos”: “siempre me esforcé en defender porque todos me echaban en cara que defendía poco y creo que a veces aquello era injusto. Por eso mi batalla de superación era mejorar en la defensa aunque tuviese más facilidades para atacar”.

 

Hoy, “seguimos reuniéndonos y reviviendo lo que vivimos en Cuenca”, refiriéndose al equipo con el que jugó. Marrero relata algunas de sus jóvenes vivencias en la ciudad y vuelve a sentirse adolescente: “estoy segur de que muchas cosas en mi imaginación ya no son como las pienso. Fue espectacular para nosotras a pesar de los malos resultados deportivos obtenidos, pero lo de Cuenca no lo cambio por nada del mundo”.

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