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50 años de uno de los mayores hitos del deporte conquense: la ‘medalla maldita’ de Jaime Huélamo

Jaime Huélamo, el tercero en la foto.

Este lunes 7 de septiembre se cumple una efeméride muy especial y, seguramente, uno de los mayores logros de la historia del deporte de Cuenca. Todos recordamos la victoria del pricense Luis Ocaña en el Tour de Francia de 1973, los campeonatos de España del moteño Jesús Herrada, las clasificaciones europeas del Rebi BM Cuenca, el casi ascenso a Segunda División del Conquense, la ascensión a las Torres del Paine del alpinista Pedro Cifuentes, la participación en los Juegos Olímpicos del taranconero Juan Carlos de la Ossa, el propio Jesús Herrada o el conquense Josemi Pérez… y la medalla en esta gran cita obtenida por el ciclista Jaime Huélamo. En este 2022 se cumplen 50 años de aquella medalla maldita.

Fallecido a los 65 años, a causa de un cáncer, el 31 de enero de 2014, Jaime Huélamo ha sido el único conquense capaz de subirse a un podio en los Juegos Olímpicos. Lo hizo en Múnich 1972, cuando acabó tercero en la prueba en ruta de esta cita olímpica, lo que le valía el bronce. Una medalla de la que finalmente fue desposeída por una polémica decisión del COI, tras ser descalificado por tomar una sustancia dopante llamada niquetamida (nombre comercial de la coralina), la cual fue suministrada por su masajista. Una sustancia permitida por la UCI, pero no así por el COI. Sus vivencias se pueden conocer más a fondo en el excelente libro ‘Una medalla maldita’.

Jaime Huélamo hizo historia al ser el primer conquense en acudir a una cita olímpico. Formó parte de la selección española junto a José Luis Viejo, José Tena y Carlos Melero. A pesar de que sí subió al podio para ser finalmente desposeído por esta polémica decisión, su hazaña está entre uno de los mayores hitos del deporte conquense y, como tal, merece ser recordado.

Vida marcada por la posguerra

Como miles de familias españolas, Jaime Huélamo y los suyos tuvieron que emigrar en la década de los cincuenta y sesenta, a otros lugares de España, como Madrid, País Vasco y Barcelona, aunque también estuvieron en Francia, Suiza, Holanda y Alemania. Finalmente, se asentaron en San Juan Despí (Barcelona), lugar en el que inició su carrera como ciclista.

Sus grandes cualidades en el ciclismo amateur tuvieron la puntilla en el Tour del Porvenir de 1971, donde ganó una etapa que le abrió las puertas para participar en la Olimpiada de Múnich 1972.

Carrera y Olimpiada maldita

Huélamo no partía como favorito en aquella carrera, pero supo jugar sus bazas. Aquella prueba contaba con 182 kilómetros en un circuito en Grünwald y alrededores, aunque la acción empezó cuando se llevaban transcurridos 60. Se formó una fuga de 16 corredores entre los que se coló, de manera muy inteligente, el ciclista conquense. Con el paso de los kilómetros, el holandés Hennie Kuiper se escapó y ya quedó un grupo de cinco en persecución. Huélamo fue de los más activos para dar caza a Kuiper, pero no contó con apoyos, por ejemplo, del australiano Kevin Sefton (a la postre, segundo).

Finalmente, el conquense llegó a meta en tercera posición y hacía buena la estrategia de la selección española diseñada por el seleccionador Ramón Mendiburu, puesto que cada uno de los ciclistas estaba encargado de seguir a un grupo de favoritos y Huélamo fue el que se coló en la fuga decisiva. Todos los componentes de la selección lo celebraron posteriormente y mantearon al ciclista en la zona VIP del comedor, como recuerda el vallisoletano Tomás Nistal.

Por unas horas, la felicidad fue inmensa en Jaime Huélamo. Ese 7 de septiembre de 1972 se colgaba la medalla de bronce, pero el posterior control antidoping la desacreditó (la noticia le llegó al día siguiente). Esa coramina hallada en su cuerpo fue suministrada por su masajista, quien cometió un terrible error del que se vio afectado el conquense. El masajista trató de ayudar en el tramo final al conquense, quien había tenido problemas respiratorios en la contrarreloj y esa sustancia es un producto que facilita la respiración, pero el masajista desconocía que la coramina no estaba permitida por el COI, por lo que ese fallo dejó sin medalla olímpica a Jaime Huélamo.

Su tercer puesto no fue reasignado a ningún otro ciclista y el conquense siempre se sintió medallista, por mucho que el COI le retirara. Como se puede leer en esta entrevista para la revista El Banzo (febrero de 1976), «la coramina no gana una carrera».

Al margen del resultado deportivo, también vivió un hecho traumático en la noche del 5 al 6 de septiembre. Aquellos Juegos Olímpicos estuvieron muy marcados por los atentados terroristas, cuando un comando terrorista llamado Septiembre Negro secuestró, y asesinó, a once miembros del equipo olímpico israelí. Este trágico suceso acabó con 17 fallecidos (los once deportistas, cinco terroristas y un policía). Esto ocurrió en el bloque detrás del que estaba alojada la selección española de ciclismo, aunque ninguno de ellos fue consciente de lo que ocurrió porque todo pasó mientras dormían.

Rehízo su carrera

Lejos de hundirse y a pesar de la tristeza provocada por la descalificación, Jaime Huélamo dio el salto a profesionales. Vivió tres años, todos con el KAS, y dio muestras de su enorme potencial.

En 1973 participó en la Vuelta Ciclista a España, en la que también ocurrió un hecho insólito: dos conquenses coincidieron en la salida. Además de Huélamo, también participó Luis Ocaña, en un año en el que también hubo final de etapa en la capital conquense. El 30 de abril de ese año llegó a la capital desde Alcázar de San Juan, tras 169 kilómetros, recayendo la victoria en el belga Joseph De Schoenmaecker. En esa etapa hubo cambio de meta en Cuenca, finalizando en la Plaza Mayor con un Luis Ocaña cruzando en séptimo lugar y un Jaime Huélamo enfilando la meta en el puesto 42. Aunque ninguno de los conquenses se llevaron el triunfo, sí ganaron en la afición, ya que se veían pancartas que rezaban “Sin Cuenca, Huélamo y Ocaña, ¿qué sería de la Vuelta a España?”.

En 1974, un año después y con más experiencia como profesional, también fue especial para Jaime Huélamo al llevarse una etapa en la Vuelta a Andalucía (fue quinto en la general el año anterior) y la Volta a Catalunya. Además, firmó un décimo lugar en la prestigiosa Milán-San Remo.

Su último año como profesional fue en 1975, en la que logró su mayor éxito: medalla de bronce en el Campeonato de España de Ciclismo en Ruta de 1975, disputado en Torrejón de Ardoz, y superado únicamente por Txomin Perurena y Francisco Javier Elorriaga, oro y plata respectivamente. Además, también se llevó una etapa en la Vuelta a Segovia.

Retirado a los 27 años

Jaime Huélamo decidió colgar la bicicleta a los 27 años, al finalizar 1975, descontento por la situación del ciclismo. Decidió regresar a La Melgosa, lugar que le vio nacer y en el que deseaba estar para montar una granja de codornices (y pasar por el altar, de cuyo matrimonio surgieron tres hijos: Marcos, Jaime y Clara).

Una vez retirado, quiso seguir ligado al ciclismo. Fue director técnico en la Peña Ciclista Luis Ocaña-Tour 73, con los que formó una escuela de ciclismo y equipos de cadetes, juveniles y élite-sub 23. Con este último equipo formó la base del Puertas Mavisa, equipo del que fue director durante dos años. En su extenso curriculum ligado con el ciclismo también figura el cargo de director de la Vuelta Ciclista a Cuenca, de aficionados, además del Trofeo Luis Ocaña, de profesionales.

Un año antes de fallecer pudo disfrutar de un reconocimiento por parte de La Melgosa. Desde 2013, la plaza del pueblo del municipio conquense lleva su nombre.

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