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El Club Rugby A Palos: desmontando estereotipos

Cada 8 de marzo, la palabra “sororidad” se posa en nuestro imaginario con la misma fuerza que el balón de rugby cuando el equipo consigue anotar un ensayo. Durante esta semana, el deporte también se tiñe de morado para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y qué mejor manera de hacerlo que conversando con Ruth Buendía y Adri Bollo, jugadoras del Rugby A Palos. Evitamos añadir la etiqueta de femenino en una semana tan señalada ya que, como recalca Ruth, “debería decirse rugby jugado por mujeres, porque las chicas no tenemos reglas diferentes a los chicos en un partido de rugby”.

Ambas son dos de las más veteranas del equipo y todavía recuerdan aquel 2019 cuando por primera vez jugaron en competición oficial. Desde entonces sus esfuerzos se han concentrado en la captación de jugadoras, realizando proyectos de difusión en colegios e institutos: “Hacemos actividades junto a los profesores de Educación Física y algunos alumnos se han dejado caer. Pero en Cuenca es muy complicado porque es una ciudad pequeña”, reconoce Ruth.

Pese a ello, muchas jugadoras del primer equipo continúan trabajando con la cantera como monitorias para cimentar la base con firmeza: “Antes de que puedan jugar con nosotras nos gusta que las chicas de la escuela, hasta la sub18, vayan subiendo a entrenar con nosotras”, cuenta Adri, que también participa en el plan de difusión del equipo. El objetivo es sumar nuevas jugadoras a sus filas para apoyar su corta plantilla: “Cuando tienen que subir ya con nosotras muchas deciden irse fuera por estudios y ahí perdemos muchas chicas”. En este año han llegado a jugar solo con 13 de las 15 posibles jugadoras.

Animan a toda aquella que quiera acercarse al Cristina Martínez a entrenar con el equipo y desmontar así los prejuicios que existen en torno a este deporte. Y es que aseguran que el rugby es un deporte de lo más inclusivo: “Todo el mundo puede jugar al rugby. Al estar divididas por posiciones, cada uno destaca en su sitio según sus cualidades”. Por ello hacen hincapié en la importancia de probar la disciplina para conocerla desde dentro. La propia Adri explica la situación actual: “En general piensan que es un deporte muy burro y no se dan el placer probarlo. Si vinieran verían que es un deporte de contacto, pero con una técnica, no es golpear por golpear”.

De la plantilla destaca el compañerismo: “No solo jugamos en el mismo equipo, sino que somos amigas. Eso que dicen de que en los equipos femeninos hay rencillas no es cierto, nosotras nos llevamos muy bien”. Y al valor de la sororidad entre jugadoras, añaden otros aprendizajes, como el trabajo en equipo, el compromiso y el decoro con las rivales: “Es un deporte de contacto y por ello el respeto al contrario es máximo. Dentro de lo tosco que parece, está todo bajo control, hay muchas normas”. A su faceta deportiva suman también la social. Colaboran con asociaciones como la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer), la Asociación de Donantes de Sangre o Cruz Roja.

UN EXITOSO 2023 EN LA COMPETICIÓN

El rugby a Palos ha completado una recta final de liga excelente en lo que llevamos de 2023 con pleno de victorias. Compiten en la liga valenciana porque en Castilla-La Mancha ni siquiera existe federación de rugby: “En una ocasión se intentó preparar una liga de Castilla-La Mancha en rugby 7 pero no se volvió a hacer. Los equipos de Castilla-La Mancha de rugby son muy pequeños y cuesta mucho la captación femenina”, explica Adri. Pese a las dificultades que entraña esta situación asegura que han ido creciendo: “Cada vez los entrenadores nos exigen más y como estamos en competición se ve la evolución porque jugar te permite practicar lo que has entrenado”.

Otro de los hándicaps principales llegó tras la unión con las jugadoras del Albacete. Viajes, entrenar en diferentes ciudades, jugar al principio sin conocerse…: “Ya son cuatro años federadas y hay una base, además hay mucha coordinación entre los entrenadores para concretar el sistema de juego”. Los comienzos fueron duros, pero han sabido exprimir al máximo la oportunidad de jugar juntas y este año incluso podrían soñar con el ascenso. La escasez de jugadoras sumado a la abundancia de lesiones aleja un poco el reto: “Mientras estemos pocas jugadoras es complicado subir. Se va a llegar, pero necesitamos que se consolide más el equipo”, reconocen las jugadoras.

Con victorias más que abultadas, el equipo destaca por su delantera: “Somos jugadoras grandes, más contundentes, tenemos más fuerza. Además, tenemos la suerte de que las alas son muy veloces. Somos un equipo equilibrado”, recalca Adri. Añade que como deportistas amateurs centran sus entrenamientos en pulir la técnica, corregir errores, aprender nuevas jugadas y mejorar la condición física. Y es que en el trabajo diario es donde han aprendido que el deporte puede ser también una forma de ayudarse entre mujeres y de entenderse como hermanas para poner en práctica dentro y fuera del campo la palabra “sororidad”. De esto sabe, y mucho”, el rugby A Palos.

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