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Vetusta Morla consigue la catarsis en Cuenca diez años después: “mismo sitio, distinto lugar”

En una fresca noche conquense Vetusta Morla trajo “el fuego” más cálido en el estadio de La Fuensanta. Los ojos que cantaban sobre las mascarillas fueron el reflejo de lo que la banda transmite con su música y, aunque agarrada a la silla dentro de esta nueva normalidad, Cuenca vibró como “palmeras en la Mancha”.

El público se comportó y el concierto se pudo ver con garantías. Aunque “dejarse llevar sonaba demasiado bien”, los conquenses fueron conscientes de que “jugar al azar nunca es saber dónde puedes terminar” en un “Copenhague” particular y simbiótico.

Diez años han pasado desde la última actuación en Cuenca. De la plaza de toros al campo de fútbol, “mismo sitio, distinto lugar” para volver a poner los pelos de punta a un público que respondió conectando sus gargantas con la de Pucho.

Vetusta Morla demostró por qué está en la cabecera del indie rock español con una irresistible capacidad de crear un vínculo con el público y de conseguir una catarsis con tan solo unos acordes.

“Saharabbey road” consiguió que por toda la ciudad se escuchara un himno sin palabras y “lo,lololo, lolo”, “lalalalala, lalalalala” para además introducir un mensaje reivindicativo sobre el lenguaje inclusivo. “Te lo digo a ti” Cuenca parecía decir Pucho cuando con ese tema se dirigió a la cámara a modo de selfie con el público clamando tras su imagen.

En el nuevo afán del grupo de conectar con el folclore popular, su “Finisterre” se trasladó a Cuenca con la compañía de Zascandil Folk que llenaron el escenario de la melodía del terruño en una demostración de que toda música tiene cabida en el panorama comercial y que las reminiscencias folclóricas también pueden ser mainstream si se saben integrar.

Tal vez eso sea “lo que les hace grandes”, el que no “entiendan de cómo y por qué”. Simplemente saben hacer lo que mejor se les da de una forma natural y sincera. En estos “días raros” que estamos viviendo, el grupo de Tres Cantos es capaz de conseguir rememorar aquellos conciertos de antes de que la pandemia nos cambiara la vida como si nada hubiera pasado. Y es que “fue tan largo el duelo que al final casi se confunde con hogar”, pero una vez abandonados los “cuarteles de invierno”, Vetusta Morla ha venido para hacer que cada día pueda ser 23 de junio y quemar el pasado en la hoguera.

El listón de los conciertos de las Ferias y Fiestas de San Julián se ha puesto desde ya en la estratosfera después de que Vestusta Morla haya pasado como un torbellino por el improvisado escenario de La Fuensanta. “Maldita dulzura la suya” que hace disfrutar tanto que duele cuando se acaba. Ayer fue el final de una nueva actuación del grupo en Cuenca que ya queda como un intangible del histórico musical de la ciudad.

Esperemos que pueda verse a Vetusta Morla de nuevo muy pronto y que no haya que esperar una década para poder disfrutarles de nuevo.

Galería de fotos del concierto.

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