Inicio eSports Gaming Análisis de Rollerdrome – Un combo de backflips y headshots

Análisis de Rollerdrome – Un combo de backflips y headshots

Desde que Rollerdrome se dejó ver por primera vez con su tráiler de presentación, muchos comenzaron a establecer comparaciones con los juegos de la saga Tony Hawk’s Pro Skater o el mítico Jet Set Radio. Si bien puedo entender que resulta muy fácil que con un simple vistazo a este título se nos venga a la cabeza el bueno de Tony haciendo un kickflip, veo necesario dejar clara una cosa de cara a este análisis: Rollerdrome no necesita copiarle los deberes a nadie porque, aunque pueda beber de otras fuentes, trae buenas ideas de casa. 

Rollerdrome es un shooter en tercera persona cuya seña de identidad consiste en unir tiroteos intensos y frenéticos con trucos y acrobacias sobre patines. El estudio responsable de esta curiosa mezcla es Roll7, quienes también desarrollaron títulos como los OlliOlli, Not a Hero o Laser League. Con un historial así comprenderéis que cuando digo que esta gente trae las buenas ideas de casa no lo digo solo porque queda bien en el texto. Con la saga OlliOlli ha quedado más que claro que los desarrolladores saben muy bien cómo hacer un juego de skate y es que, por mucho que se salte de las 2D a las 3D y se cambie la tabla por unos patines, han sido capaces de volver a hacer magia. 

Estamos en el 2030, va a disputarse el campeonato de Rollerdrome, el evento deportivo más importante del año. Como jugadores encarnamos a una de las participantes en este evento, Kara Hassan, una debutante que tiene la intención de llegar a la final y hacerse con la victoria. Pero, ¿qué es el Rollerdrome? La explicación sencilla es que es un violento deporte que combina el hacer trucos con patines en una especie de skate parks con liarse a tiros con un montón de tipos armados y, por supuesto, no morir en el intento.

 

Tras ponernos un poco en contexto y comenzar el juego nos entra por los ojos una ambientación retrofuturista y una cuidada dirección artística que recuerda a las páginas de comics clásicos y en especial a la obra del gran Moebius. Antes de lanzarnos a la acción, un tutorial nos enseña las bases del gameplay y las normas de este deporte. La cosa es, en teoría, sencilla. El juego se dividide en unos 10 niveles en los que deberemos acabar con todos los enemigos a punta de pistola para poder avanzar hasta la final del campeonato. Hasta ahí bien, pero el girito y lo que le da chicha al Rollerdrome es que, además de tener que matar enemigos para conseguir salud, para recargar nuestras armas deberemos hacer todo tipo de movimientos, acrobacias, grinds y demás cabriolas con los patines. Cuanto mejor lo hagamos obtendremos más puntos, más balas y más posibilidades de sobrevivir y pasar de fase. 

La parte complicada es que cada nivel cuenta con una serie de desafíos (usar una determinada arma, hacer un truco concreto, etc) que, aunque no sea necesario superarlos todos para acabar el juego, se nos exigirá un número mínimo de completados para avanzar a las siguientes fases. La dificultad de los niveles irá incrementándose a la vez que los desafíos y no quedará otra que rejugar los distintos escenarios con el fin de superar los desafíos pertinentes, pues es prácticamente imposible hacerte con todos a la primera. Todo esto podría sonar a problemas, pero a los mandos pronto se convierte en sesiones de vicio. Y es que pasa que, como no podía ser de otra forma, Rollerdrome es increíblemente divertido y adictivo. Tanto, que se agradece y mucho el modo “a por todas”, una segunda vuelta al juego que desbloquearemos al terminarlo por primera vez. En este modo volveremos a jugar las mismas fases, pero con más desafíos, más enemigos y con un aumento del daño recibido.  

La culpa de tenerte enganchado la tiene un evidente espíritu arcade que te permite pillarle el tranquillo al título de forma relativamente sencilla, pero al que no le tiembla el pulso a la hora de apretarte las tuercas si quieres conseguir las puntuaciones más altas. Como en todo buen arcade una parte importante de su componente adictivo recae en esos montones de puntos a conseguir y récords a superar (porque no nos engañemos, pasarle por encima a tu amigo en el marcador es mejor que cualquier trofeo de platino). No obstante, lo que realmente permite que la experiencia de juego sea tan disfrutable son unos controles precisos y un diseño de escenarios en los que movernos con los patines es una auténtica delicia. 

Enlazar combos y multiplicadores saltando por una rampa mientras esquivamos 3 misiles, 2 rayos láser y un zumbado con un bate es una sesión de juego normal en Rollerdrome. Las partidas son un frenesí constante de acción donde la concentración y los reflejos son cruciales para no morir. Aun así, si somos lo suficientemente habilidosos, por muchas balas y proyectiles que nos lluevan, tendremos la oportunidad de venirnos arriba y hacer una ristra de cabriolas y grinds al gusto a la vez que le vaciamos el cargador a un par de enemigos a cámara lenta. Y es que olvidé mencionar una sencilla pero efectiva mecánica: Existe una suerte de tiempo bala a la hora de disparar nuestras armas. Sí un buen día Max Payne cambiase las pastillas y el whiskey por unos patines, este juego sería el resultado. Dicho todo esto, es indiscutible que Rollerdrome entra de lleno en la maravillosa categoría no oficial de títulos consistentes en fliparse y molar. 

En lo que respecta a la banda sonora, no vamos a escuchar Superman de Goldfinger ni tampoco el Concept of Love de Hideki Naganuma, pero en su lugar tenemos una serie de magníficas composiciones musicales originales abanderadas por un synthwave que encaja perfectamente con la ambientación del videojuego. Se trata de un apartado en el que Rollerdrome tampoco cojea en ningún momento. 

Por otra parte, si no he hablado de elementos narrativos en el juego hasta ahora, no es porque no los haya, sino porque no llegan a importar tanto como el propio gameplay. El título cuenta con breves secuencias en primera persona antes de los niveles en las que se nos cuenta una historia a través del escenario y sus objetos. En estas escenas se presenta un trasfondo interesante que gira en torno a una lucha contra un gobierno dominado por corporaciones, pero se queda en algo anecdótico y no llega a nada más allá de ser una curiosidad. Personalmente, me hubiera gustado que se desarrollase un poco más la trama de fondo entre fase y fase, pero tampoco supone un problema que lastre el conjunto del juego en absoluto. 

Si tuviera que pedirle más cosas a Rollerdrome sería una mayor variedad de escenarios. No es que sean especialmente pocos o que no sean divertidos de jugar, sino todo lo contrario, lo pasas tan bien que te quedas con ganas de más. Tampoco hubiese estado de más la inclusión de más bosses, pues el juego cuenta solo con uno que, pese a dejar un buen sabor de boca, sigue sabiendo a poco.  

Como veis, pocas cosas malas se pueden decir de un juego tan pulido. Roll7 ha vuelto a demostrar con Rollerdrome que saben lo que hacen. No importa si es en 2D o en 3D o si es con skate o con patines, este estudio ni pierde el toque ni se le acaban las buenas ideas. Se han sacado de la manga un indie que de seguro veremos en la lista de los mejores del año y que nos incita a soñar con cuál será la próxima joya sobre ruedas que nos llegue de estas mismas manos. 

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