Inicio eSports Gaming Análisis de Tinykin – Un plataformas creativo y desternillante

Análisis de Tinykin – Un plataformas creativo y desternillante

Desde que me topé con el mundo de los videojuegos he adquirido más de una costumbre a la hora de ponerme a los mandos. Una de esas costumbres es explorar, recorrer de punta a punta el escenario que se me presente en cada título en busca de cualquier cosa que este pueda ofrecerme. Suelo patearme los niveles con la esperanza de encontrar algún secreto, un objeto, una misión escondida… lo que sea. Es por este vicio que agradezco cuando un juego me incita a inspeccionar cada milímetro del terreno con el fin de hacerme con los tropecientos coleccionables que haya, desvelar trazos de un lore interesante o los siempre bienvenidos easter eggs. Y es que acumular movidas y descubrimientos en los videojuegos es una adicción que viene de serie con lo de explorar, al fin y al cabo, si indagamos por los puntos más escondidos del mapeado es porque queremos hallar algo, ¿no? 

Es más que probable que sea por esta faceta de analizador del terreno videojugabilístico (sumado a un síndrome de Diógenes digital) que me fascinan los títulos correspondientes al género de las plataformas en tres dimensiones, especialmente aquellos centrados en la recolección de objetos. Son obras que normalmente te plantan un mini universo que está esperando a ser examinado por el jugador. Pocas sensaciones son mejores que la de encontrar una recompensa en esa plataforma que parecía inaccesible en un principio, pero que por pura cabezonería acabas alcanzando, aunque te haya llevado media tarde practicar el salto cuádruple con voltereta hacia atrás de Mario. O simplemente tropezarte con alguna curiosidad porque te ha dado por mirar detrás de una cascada de aspecto sospechoso (detrás de las cascadas siempre tiene que haber algo, es ley). Es muy posible que sea por el cariño que le tengo a estos pequeños momentos que nos regalan los videojuegos que el título que hoy protagoniza este análisis me haya sorprendido tan gratamente. 

Tinykin es una aventura plataformera 3D desarrollada por el estudio indie Splashteam y publicada por tinyBuild. La historia da comienzo en el planeta Aegis, el que parece ser el hogar de la humanidad tal y como se enseña en sus escuelas. Sin embargo, Milodane, un investigador y arqueólogo, descubre a través de sus estudios que los humanos no provienen de Aegis, sino de otro lugar. Finalmente, Milo da con un planeta que parece ser el hogar original de los humanos y se dispone a viajar hasta él con el fin de destapar la verdad acerca de los humanos y este nuevo planeta. Tras teletransportarse al planeta, Milo se topa con un panorama pintoresco: Se encuentra en lo que parece ser una casa, pero él ahora mide apenas unos centímetros.  

De esta forma arranca Tinykin, un juego que a los pocos minutos de coger el mando ya te habrá explicado y enseñado todo lo que necesitas saber para disfrutar de la experiencia. Lo primero que nos presenta es, por supuesto, a los adorables tinykin, unos seres aún más pequeños que Milo y que le obedecen por algún motivo. Existen cientos de tinykin por la casa y entre ellos hay varios tipos y con diferentes poderes: El morado, que puede mover objetos; el rojo, que puede explotar y destruir estructuras; el verde, que puede apilarse para formar columnas escalables; el amarillo, que puede transformarse en escaleras, y el azul, que puede formar circuitos eléctricos. Milo, por su parte, puede saltar, planear gracias a unas burbujas que crea su traje y moverse rápidamente utilizando una pastilla de jabón que funciona a modo de skate. 

Con la ayuda de estas simpáticas bolitas de colores y sus habilidades tendremos que hacernos con una serie de objetos de la casa que nos permitirán construir una nave con la que volver a nuestro planeta. La cosa es que para conseguir cada uno de estos objetos tendremos que ayudar a los insectos que viven en la casa con sus problemas (lo que viene a ser convertirse el recadero de toda la vida) y, por supuesto, esos problemas se resolverán encontrando e interactuando con determinados objetos del mapa. La tónica general del juego será buscar y encontrar lo que necesitemos, utilizar los tinykin morados para transportar los objetos de un lugar a otro, utilizar los azules para activar algún aparato electrónico y por el camino habrá que combinar todos los tinykin para abrirnos paso. Eso sí, todo esto requerirá un grandísimo número de tinykin porque, por ejemplo, mover un saco de harina requerirá de 28 tinykin morados y crear una escalera para bajarlo de la estantería 35 amarillos. De esta forma tendremos que buscar huevos de tinykin por todo el nivel y acumularlos para completar los encargos sin problemas. 

Como podéis ver, la estructura del juego es más bien sencilla, así como sus mecánicas. Sin embargo, resulta en una experiencia realmente divertida. En cuanto me han soltado por los niveles me he puesto a recorrer todos los rincones del escenario atiborrándome de los cientos de coleccionables (en este caso, fragmentos de polen) repartidos por todas partes. Si de camino encontraba los objetivos de la misión principal, pues eso que me llevaba, pero el simple hecho de explorar ya es divertido en sí porque Tinykin recompensa constantemente al jugador que no se deja ni una esquina sin remover. 

Si te pones a rebuscar por cualquier rincón, el 100% de las veces podrás tropezarte con algunos fragmentos de polen escondidos, unos cuantos tinykin que nunca sobran, una misión secundaria o una escena con personajes desternillantes que casi seguro te harán esbozar una sonrisa como mínimo. Y ya que estamos hablando de personajes, tengo que descubriros uno de los puntos más fuertes de este juego: su increíble sentido del humor. El ambiente que se respira en Tinykin es relajado y agradable, pero la guinda del pastel la ponen unos personajes y unos diálogos que no te ves venir nunca.  Los niveles están repletos de insectos con los que hablar y prácticamente siempre habrá algún chiste o una referencia en cada conversación o escena que te hará imposible el no reírte. Y si digo que hay muchas referencias, en realidad quiero decir un montón, tantas que no he podido ni llevar la cuenta. En las imágenes de este análisis dejaré algunos ejemplos, pero es mejor que las descubráis por vosotros mismos, todas ellas son para partirse. 

Hay referencias al cine, series, otros videojuegos, artistas, incluso alguna a la cultura española, lo que me recuerda que tengo que ponerme de pie y aplaudir la localización al castellano de este título. Creedme cuando digo que se ha hecho un trabajo impecable, con una selección de expresiones y una adaptación siempre llevada con cariño y muchísimo humor. Se nota cuándo un juego está cuidado en este aspecto y no tengo más que elogios hacia los responsables. 

Pero volviendo a lo disfrutable de explorar las localizaciones del juego, tengo que destacar un diseño de escenarios que sorprende por su creatividad a la hora de utilizar las distintas habitaciones de una casa para crear grandes zonas en las que siempre es un gusto perderse por cualquier recoveco. Se trata de una inventiva que se aprecia también en su apartado gráfico, donde Tinykin además de cumplir, se atreve a combinar escenarios en 3D con personajes 2D que fácilmente podrían haber sido extraídos de una serie de animación. 

Puede parecer raro o incluso chocar durante el comienzo del juego el hecho de que exista este contraste o que nuestro protagonista nunca nos dé la espalda mientras se desplaza, pero pasado un rato te acostumbras gracias a un diseño de personajes muy ocurrente que, acompañado de unas personalidades muy graciosas, te hace cogerles cariño durante las 5-6 horas que dura el juego (si no vas a por el 100%, en cuyo caso súmale un par de horas más buscando fragmentos de polen). Mención especial a los pececitos de plata que, debido a su afición por las fiestas, van todos un poco de aquella manera y las conversaciones con ellos son cuando menos curiosas (si es que encima van con un bañador de colorines, como no los vas a querer). 

Al contrario que los peces juerguistas, la banda sonora de Tinykin si que pasa un poco más inadvertida en comparación con el resto de aspectos del juego. No es que sea mala, de hecho encaja muy bien con la ambientación y no desentona con la actitud distendida y relajada del juego. Simplemente no me ha parecido un apartado tan memorable como si ha ocurrido con los otros que conforman la experiencia de este título. 

Al final lo que quiero dejar claro (por muy mal que me explique) es que Tinykin es un plataformas 3D redondo. Dar brincos por sus mini mundos es muy divertido, siempre obtienes algo por indagar y nunca dejas de pasarlo bien mientras charlas con todos los personajes que se te aparezcan en el camino.  Además, su apartado artístico da en el clavo y elementos como su apuesta por la comedia contribuyen a crear un título que no puedo dejar de recomendar. La sensación que me ha dejado este juego es que Tinykin parece un título sacado de la edad dorada de los plataformas en 3D que ha sabido coger lo mejor de los clásicos y usarlo para crear una obra con identidad propia. 

Comentarios