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Álex García: «Con el Navalcarnero podría conseguir mi segundo playoff en solo dos años de sénior»

Para muchos seguirá siendo aquel chico de La Parrilla que ya apuntaba maneras en la EMF Cuenca con su desparpajo para sacar el balón desde atrás y su templanza para cortar los balones con una precisión sublime. Pero lo cierto es que hace ya dos años desde que Álex García pasara a fútbol sénior y decidiera probar fortuna en Madrid. En su último año en Cuenca, jugó con el San José Obrero como filial del Conquense y también con el primer equipo, además de ayudar al Juvenil Nacional a conseguir su merecido ascenso a División de Honor.

No se equivocó y, pese a los intentos para retenerlo de la UB Conquense, su equipo de entonces, Álex hizo aplomo de su madurez y con 19 años se marchó al Paracuellos, filial del Rayo Majadahonda: “Dudé en si quedarme en Cuenca, pero decidí irme. No sabía qué hacer y siempre había estado aquí, con mi familia y rodeado de gente que conocía. Pensaba que, quizás, al irme, me podía equivocar y pasar un mal año. Pero al final estoy contento de la decisión”.

En Madrid se le habría la puerta a continuar su sueño: vivir del fútbol. Ganas y calidad no le faltaban, pero la mala suerte hizo que, en las primeras semanas, entrenando, se lesionara: “Llegaba de nuevas, tenía que ganarme el puesto y sentí que ya partía con desventaja”. Tres meses estuvo apartado del terreno de juego, pero regresó con más fuerza que nunca y en pocas jornadas consiguió ganarse la titularidad pese al acusado cambio de categoría: “En la 3.ª RFEF de Madrid hay un nivel alto porque juegan contra equipos que han estado en 2.ª B y también contra filiales. Yo jugué en la 3.ª de Castilla-La Mancha y sinceramente noté un salto de diferencia importante. La de Madrid es más competitiva y los equipos siempre quieren tener la pelota”.

La lesión no empañó una campaña óptima en la que el central pudo incluso disputar la fase de ascenso. Aunque Álex ya tenía experiencia en situaciones similares: con el Conquense juvenil ascendió a División de Honor en la temporada 2020/21 y resolvió más de una eliminatoria con la templanza que le caracteriza. Así culminó la pasada temporada con un balance más que positivo en el Paracuellos: “Me salió un buen año y por eso para esta temporada decido que quiero dar el salto a 2.ª RFEF”.

Lo ha hecho de la mano del Navalcarnero y aunque con humildad reconoce que está disputando menos minutos que el pasado año, asegura disfrutar de una tapa de la que también consigue exprimir su jugo al máximo: “El fútbol a veces tiene aspectos así, te toca aportar desde el banquillo y probar otras experiencias. Pero todavía queda mucho año y puedo contar con muchos minutos”.

Y es que con tan solo 21 años es uno de los jugadores más jóvenes de una plantilla con galones en la categoría: “Me echaba para atrás mi edad al ser solo mi segundo año de sénior porque sabía que lo iba a tener complicado para jugar. Pero tampoco me lo pensé mucho porque quería salir de 3.ª RFEF y me ha venido bien experimentar”. Aquí siente que ha vuelto a reencontrarse con un equipo que disfruta de la posesión del esférico, seña de identidad de su juego: “Quieren tener mucho la pelota y cuenta con jugadores de ese estilo. Yo también soy así, es lo que más me gusta y estoy aprendiendo mucho. De hecho, esto fue lo que también me motivó a venir. Además, al ser veteranos te enseñan lo que consideraríamos “el otro fútbol””.

Tiene posibilidades más que de sobra de disputar otra fase de ascenso por tercer año consecutivo, pues el Navalcarnero marcha sexto en la clasificación a tan solo dos puntos del segundo, el Atlético de Madrid B, al que ganaron en su último enfrentamiento: “Cuento con que es un equipo que puede estar arriba y este año podría conseguir mi segundo playoff en solo dos años de sénior. Por ello puede ser un año bonito”.

De aquel Álex que dejó los campos conquenses queda su poderío con el balón desde la zaga y la confianza que otorgaba a los compañeros, actuando como cerrojo de contras y llave de contraataques. A ello suma ahora el aprendizaje de estos dos años, que le han ayudado a curtirse en las jugadas de mayor fuerza física: “El año pasado también necesitábamos mucho el juego aéreo y las disputas y crecí en ese sentido. Me vino bien para ir mejor al choque”.

Álex ejemplifica lo que es la resiliencia en un jugador que no pasó por sus mejores momentos en sus últimos suspiros como cadete. Supo resarcirse bien y creer en él: “La base del fútbol está en la confianza. Un jugador, si no tiene confianza, no va a llegar y menos si eres flojo de mente, como me pasaba a mí. Yo creo que antes no tenía tanta personalidad como la que tengo ahora”. Recibió el empujón definitivo de su familia, entrenadores y compañeros y acabó convirtiéndose en el jugador fuerte que es hoy. Eso sí, los aires de Madrid han incrementado su técnica y calidad, pero han mantenido intactos su carácter afable, su humildad y su bonito empeño por dejarse la piel en cada partido como si  fuera el último.

 

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