El Club Hípico Fierro es el que tiene mayor historia en la provincia de Cuenca. Con más de 40 años a sus espaldas, este club familiar ha sabido evolucionar con el paso de los años. En un principio este negocio familiar se dedicaba a la preparación de caballos para su compraventa, pero con el paso del tiempo fue introduciéndose en el pupilaje y en el mantenimiento de los caballos, ofreciendo sus instalaciones como un servicio más.
Miguel Fierro junto con su hermano José, fueron ampliando las prestaciones de este club con las clases de iniciación, doma y salto. Tras más de 20 años de experiencia en esta última modalidad, Fierro cuenta con una amplia cartera de caballos de salto procedentes de países como Bélgica, Holanda, Alemania, etc.
Pero estos hermanos no decidieron quedarse ahí, y durante unos años llevaron las instalaciones del recinto de la Hípica conquense, lo que les abrió las puertas a las competiciones, a la organización de eventos y a los concursos.
Las consecuencias de la pandemia de la Covid-19 se han sentido en todos los ámbitos y sectores y el de la hípica no ha sido ajeno a ello. Hablamos con Miguel Fierro, para conocer de primera mano la afectación de este deporte y las iniciativas del Club Hípico Fierro para superar la delicada situación.
-Hemos vivido en todos los aspectos de la vida un año complicado en todos los sentidos. ¿Cómo ha afectado a la hípica y en concreto al club para seguir tirando frente a las adversidades?
La hípica en España lo ha pasado bastante mal al igual que otros sectores. Pero la hípica quizás con más motivo porque casi todas las hípicas están en el extrarradio y con el tema de la movilidad hemos estado un poco aislados. Sobre todo con el confinamiento que hubo porque no se podía ni siquiera venir a ver a los caballos o sacarlos y los animales necesitan hacer un deporte y su disciplina. Un caballo de salto tiene que trabajar alrededor de cinco días a la semana.
Ahí lo pasamos bastante mal. Al menos pudimos meter los caballos al caminador (una especie de noria para que los caballos se ejerciten) y ahí por lo menos hacían algo de deporte.
En este último tirón de este año, la cosa está evolucionando bastante bien en el tema de la enseñanza. La gente está buscando deporte al aire libre y esos factores la hípica las reúne así como el ser una práctica individual. Eso ha hecho que tengamos mucho movimiento y un filón de alumnos nuevos que están buscando este tipo de deporte y no nos podemos quejar.
Pero también es verdad que hemos tenido un segundo problema con una segunda pandemia, en este caso en los caballos, con la rinoneumonitis, que ha afectado a toda Europa pero sobre todo a España, donde ha sido el foco más importante. Hemos estado por ello otros tres meses con los caballos y las competiciones completamente paradas y ha sido otro golpe bastante duro para la hípica.
-Desde el Club Hípico Fierro en concreto, ¿qué habéis hecho para haceros fuertes frente a la pandemia?
Un poco lo que Sanidad nos ha ido diciendo. Hemos mantenido los grupos que nos indicaban, mascarillas, gel para las manos, distancias… Una vez nos han dejado movernos, sí nos ha sido más fácil que a otros deportes porque aquí hay espacios exteriores amplios.
Ahora tenemos muchos grupos de niños pequeños que quizás antes estaban en el fútbol o en el balonmano y ahora han cogido esta alternativa y tenemos una avalancha de chavales entre 3 y 9 años.
-¿Qué pesa más la enseñanza o la competición?
Son cosas completamente distintas. Dentro del club tenemos lo que es la enseñanza pura y dura con personas que vienen a montar durante todo el año y que tienen una pequeña competición dentro de Castilla-La Mancha.
Pero los alumnos que han podido estar compitiendo en Madrid, Barcelona, Andalucía etc. con el problema de restricciones y al no ser profesionales lo han tenido más complicado.
Yo por ejemplo al ser profesional no he tenido problema. Me hacía un informe de que yo podía ir a otras competiciones y he podido asistir. Lo malo es que ha habido muchísimos menos concursos.
En cuanto a los alumnos, dentro del club tenemos las instalaciones y han podido competir dentro de Cuenca y Castilla-La Mancha y hemos ido tirando
-¿Cuál ha sido la afectación económica?
El parón ha existido y sobre todo el año pasado porque la gente no podía montar. Los gastos son los mismos. Los caballos comen todos los días, hay que vacunarlos, hay que desparasitarlos, había que intentar que hicieran algo de deporte y no estuvieran completamente estabulados. El año pasado lo pasamos francamente mal.
No es que ahora estemos solucionando el problema, pero hemos tirado de las reservas de las empresas y hemos pedido préstamos. Pero tampoco voy a llorar yo cuando todas las empresas estamos igual.
-¿Qué puede aportar este deporte al que lo practica?
La hípica aporta que es el único deporte en que se tiene contacto con un animal. El tratar con el caballo que es precioso y súper agradecido, hace que sea muy reconfortante.
También tenemos el tema de hipoterapia con el que estamos trabajando y ahí hay unas mejoras increíbles sobre todo en los niños más pequeños que dejan a los padres encantados. Hay padres que no se creen la evolución que están teniendo sus hijos ya no solo con los caballos sino en su vida normal, en el habla, o la interactividad diaria.
Para la gente que viene a montar es el contacto con la naturaleza, es el contacto con animal, es el afrontar día a día retos que se van superando poco a poco.
-¿Tiene la hípica ese estigma de que es un deporte de ricos y hay que tener mucho dinero para practicarla?
La hípica es elitista porque por ejemplo para ir a jugar un partido de tenis en Madrid, te coges la raqueta, te coges una pelota y te vas en el AVE a jugarlo. Para hacer un concurso en Madrid necesitas un caballo, necesitas un equipo, un hotel y eso vale dinero y es caro.
También es verdad que en Cuenca somos conscientes de donde estamos y entonces las clases aquí son muy baratas. Una clase normal en Madrid o Valencia cuesta sobre los 25-50 euros y aquí estamos cobrando la clase a 10 euros. La gente viene a montar y se gasta lo que en cualquier gimnasio por hacer cualquier tipo de deporte.
-¿Cómo es el proceso de aprendizaje para los que nunca han estado cerca de un caballo?
El proceso es lento pero se ven los avances muy rápido. Viene gente que tiene pavor al caballo, pero tiene mucha ilusión por montarlo. Hay que ir muy despacito e intentar que esa persona se sienta cómodo al lado de un animal que no mide medio metro. Un caballo de clases puede estar entre 1,5-1,7 de altura por lo que solo estar cerca impresiona.
Hacemos que lo toque, que lo cuide, que lo limpie. El hecho de limpiarlo hace que estén cerca y se sientan cómodos.
La equitación se adapta a cada persona. Hay gente que viene muy valiente y al primer día ya están trotando y otra que tarde más de una semana en sentirse cómodo paseando con un caballo.
-Hablabas de esa hipoterapia y ahora estáis haciendo cursos con personas con discapacidad. ¿Qué beneficios les aporta?
Sobre todo les da seguridad y equilibrio ya que ellos jamás habrían podido imaginar que iban a estar encima de un caballo.
El vínculo que ellos crean con el animal es increíble. Nos han ocurrido cosas como que incluso el médico nos diga que es increíble que este niño esté haciendo los progresos que lleva y eso es gracias al caballo.
Tenemos ahora un niño de unos cuatro años que no decía ni una sola palabra y en dos meses dice trote, paso y cosas que incluso los padres se quedaban sorprendidos por su avance.
-Este deporte no depende solo de uno mismo, sino también de otro ser vivo que te acompaña y de la situación del mismo. ¿Cuánto afecta esa parte que no eres tú mismo sino que vas montado sobre ella?
Aquí es verdad que hay un vínculo entre el jinete o amazona y el caballo y tienen que estar los dos al 100% para ganar un Gran Premio. Si la calidad del jinete es buena es un 75%, pero esos son muy poquitos jinetes y normalmente es un 50-50. Si el caballo está bien y el jinete está mal o viceversa, se nota muchísimo.
-La suspensión del Concurso Hípico de San Julián en Cuenca estos años, ¿afecta mucho al conocimiento de este deporte aquí?
Nosotros nunca hemos notado que después del Concurso Hípico de San Julián hayamos tenido un volumen mayor de gente viniendo a montar. El concurso es tradición en Cuenca, son las apuestas y la gente lo que quiere es eso. La hípica en Cuenca en el ámbito de la enseñanza nunca ha dependido del concurso, aunque sí que es verdad que es una pena que estemos ya dos años sin él.
-¿Qué se puede hacer para que la hípica se conozca más y más gente se acerque a conocerla?
Para que la hípica tenga más repercusión, en Cuenca hay que quitar el bulo de que montar a caballo es caro y de pijos. La hípica en Cuenca es para todos y se adapta a todo el mundo. Montar a caballo en Cuenca es tener ganas, querer ver naturaleza y querer tener cerca a un animal para disfrutar.
Gente de Cuenca está a un nivel alto de competición. Hace dos años estuvimos en un Campeonato de España, hemos corrido internacionales y hemos estado por Europa saltando, pero seguramente la gente no sabe que estamos haciendo esas cosas.