La tierra batida de Sotos fue su primera pista de entrenamiento. Jorge Saiz ha hecho de la raqueta un apéndice de su brazo derecho. Frontenis, tenis y pádel han hecho de su vida un baile que ahora dedica, tras cada golpe, a su hermano Chema.
Sin embargo, sus primeros pasos en el deporte los dio en el fútbol sala. Con 8 años empezó a jugar en El Zorío Sotos y aquí estuvo hasta cumplir los 22. De riguroso verdiblanco, sintiendo los colores béticos del fundador del equipo, Honorio, Jorge también empezaría pronto a seguir y admirar al club sevillano. “Quizás, el fútbol sala ha sido el deporte que más me ha marcado. Jugaba con los amigos de toda la vida. Fue de las mejores épocas deportivas, la que más me marcó en la adolescencia”.
Honorio era como un padre para todos los jugadores, amigos y casi hermanos en el pueblo. Pese a ser un club humilde, contaban incluso con segundo entrenador: Isidoro Auñón. Aunque también recuerda la figura del jugador número 6: Marcelino. “Era el abuelo de un amigo que también jugaba y el hombre apuntaba en cada partido absolutamente todo: el equipo contra el que jugábamos, los goleadores, el minuto en el que se metían los goles, resultado … No faltaba ni a un partido”.
Pronto empezó a destacar como ala en la banda y, cuando tenía 10 años, ganó el campeonato de España de Cangas de Narcea con la selección de Cuenca. Hasta el norte viajó con su padre, encargado de mantenerlo con los pies en la tierra y que, ahora, lo cuida desde el cielo: “A unos cuantos del equipo nos seleccionaron para una escuela del Sporting de Gijón, muy importante en la época. Era muy pequeño y mis padres me dijeron que no. Ahora se lo agradezco”.
No tardaría en dar el salto a fútbol 11 y estuvo hasta los 18 años en la UB Conquense. Empezó a jugar de mediocentro, pero pronto lo cambiaron a la banda de interior. Era rápido y movía el balón con fluidez. Un jugador con calidad, habilidad y buenos pases.
Pisó Paterna, la ciudad deportiva del Valencia CF, para hacer unas pruebas con 14 años. Allí se cruzó con las estrellas «ches» de la época, recordando incluso ver al mítico Romario. “Me dijeron que me volviera para Cuenca. Fue una experiencia muy positiva, pero allí ya tenías que destacar”.
JORGE Y LOS DEPORTES DE RAQUETA
En tono jocoso recuerda que, en la época, Sotos solo tenía la iglesia y la pista de frontón. Optó por hacer más visitas a la segunda que a la primera. “He competido a nivel provincial y con mi compañero Margi ganamos la primera liga de frontenis que hubo en Cuenca. También íbamos a muchos torneos por la provincia”.
Aunque reconoce que su debilidad siempre ha sido el tenis. Desde los 8 años convirtió el arenero de Sotos en una pista improvisada con una red no reglada: “Poníamos cuerdas o incluso bancos. En tenis he sido autodidacta, aunque ahora me dedico a ello”. Supo que este sería su futuro desde el día de su comunión, cuando, embelesado, no se perdió ni un golpe de la final de Roland Garrós frente al televisor: “Fue el momento en el que dije: esto me gusta y me voy a dedicar a ello”.
Tras estudiar TAFAD, realizó las prácticas en el Club de Tenis y empezó a dar clases pronto en Nuevo Tenis Cuenca. Aquí estuvo hasta los 35 años, cuando junto a sus socios decidió fundar la Escuela de Tenis y Pádel Club Cuenca de Tenis en Jábaga y una escuela de pádel en su municipio natal. Tres años de vida tiene este proyecto que, pese a su juventud, ha conseguido consolidarse en la provincia. Puede que sea porque entre los socios, más que compañeros, han formado una familia. “Solo en Sotos, pese a ser un pueblo pequeño, tenemos unos 45 alumnos y es el segundo año que hacemos liga. En la masculina hay unas 15 parejas y en la femenina 10”.
La incipiente cantera ha comenzado ya a cosechar logros: la pasada temporada, en categoría benjamín, consiguieron el oro y el bronce en el campeonato de Castilla-La Mancha. Incluso cuentan con una alumna becada por el tenis en EEUU que siempre que viene entrena en las pistas de Jábaga.
Aunque en su escuela, Jorge no aboga por la mera competición, sino por el disfrute: “Como entrenador, me considero versátil, me adapto bien al grupo que me toca. También suelo tener mucha paciencia”. Sin edades para las clases, Jorge llegó incluso a tener una alumna octogenaria y es aquí donde considera que se encuentra la clave de su éxito como instructor: “Quizás, la mayor satisfacción está en los grupos de no competición, para que se divierten, disfruten, practiquen y avancen. Aunque mi objetivo como entrenador es que la gente salga contenta de cada clase”.
20 años lleva formándose y aprendiendo para mejorar cada día en sus clases de tenis y pádel. Su fiel compañero de pista solía ser su hermano Chema, ahora su mejor amuleto en la pista. A Chema le otorga cada victoria desde que empezara a competir por él hace dos años: “Lo hago por la motivación de poder dedicarle algún triunfo a mi hermano”. Y es que su ángel de la guarda no ha podido darle más suerte: este año se ha proclamado campeón provincial de tenis en categoría absoluta.
En cuanto a su mayor destreza en la pista, podríamos decir que destaca por la perseverancia: “Soy un poco pesado, en el buen sentido. Meto mil bolas y corro de lado a lado”. Y es que su esfuerzo no se refleja solo durante los partidos, también tras cada entrenamiento: “Me gusta mucho mi trabajo, siempre voy a dar las clases de tenis con una sonrisa”.
Pronto le auguran nuevos retos: el próximo 6 de noviembre disputará el campeonato regional de tenis +35, una oportunidad única para volver a demostrar que su talento y el empuje de Chema desde las alturas son suficientes para triunfar y, sobre todo, disfrutar sobre la pista. Y es que desde que empezara a competir, Jorge parece aprovechar cada oportunidad que la vida le otorga para homenajear a su hermano: “Creo que incluso he rejuvenecido por la ilusión de jugar”.
Por lo pronto en la provincia ya consiguió el triplete en el campeonato provincial y ha quedado primer en tenis, frontenis y también en pádel: “Con mi pareja y amigo Diego, ganamos el campeonato provincial de pádel absoluto hace ya años”.
Aunque sin duda la victoria más especial que recuerda la celebró junto a su cuñada en el torneo “Memorial Chema Saiz”. El pueblo de Sotos se volcó para arropar a la familia de Chema y para recaudar fondos en favor de ALCER (Asociación Lucha Enfermedades Renales).
Jorge siempre ha tenido un ángel único para esto de conectar con el deporte tanto dentro con la pelota como fuera con la responsabilidad de enseñar con mimo. Ahora, además, cuenta con una estrella que le guía en cada uno de sus pasos, sus derrotas y sus victorias como el tenista que será recordado por luchar, luchar y luchar.