El trabajo en las aulas funciona en multitud de ocasiones como un fiel espejo que refleja el alma de nuestra sociedad. Desde la educación se promueven valores como el respeto hacia la diversidad y la inclusión, básicos para crear un mundo más plural y tolerante. Este era el objetivo que el investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha Alberto Pérez Torralba perseguía en su tesis doctoral, que lleva por título “Sensibilización hacia las personas con discapacidad a través de la educación física y los para-deportes: en busca de la promoción de una educación inclusiva y equitativa”.
Compuesta de cuatro investigaciones, Alberto no podía tener más claro el objetivo: “Lo que pretendía es sensibilizar sobre la situación de las personas con discapacidad y promover la inclusión en el ámbito educativo”. Por ello, las cuatro patas de la tesis se han desarrollado en las aulas. Ha trabajado en colaboración con colegios públicos de Cuenca, la Universidad Miguel Hernández de Elche, el Paralimpic Skill Lab de Virginia tras su estancia de investigación al otro lado del Atlántico y en el CRIEC (Centro Rural de Innovación Educativa en Cuenca) de Carboneras. En este último enclave participaron más de 1000 estudiantes, entre los que había alumnos con discapacidad visual, auditiva o síndrome de Down.
El también jugador del San José Obrero fue consciente de las limitaciones del sistema educativo español desde que empezó a cursar sus estudios de Educación Primaria: “Compruebo que la formación en cuanto a la educación inclusiva y las personas con necesidades educativas especiales es insuficiente. Veo que en mi futuro como profesor me voy a tener que enfrentar a esa realidad”. Por ello, también se matriculó en dos másteres en los que empezó a realizar investigaciones menos ambiciosas que fueron el germen de la tesis presentada en 2022.
Esta investigación internacional sienta sus bases en la divulgación científica y la transferencia social. Aunque al ser un trabajo de campo ha tenido que enfrentarse a diversas dificultades: “Lo más complicado es contactar con los colegios, porque yo quería hacer investigación en las aulas, no de manera teórica. Hay que pasar por mucha burocracia hasta realizar las tomas de datos, las intervenciones en las clases”. El otro hándicap ha sido la búsqueda de alumnas con discapacidad: “Por ello decidimos darle un enfoque de sensibilización y concienciación».
Así, los alumnos participantes han conocido los llamados para-deportes, adaptados a personas con diversidad funcional. Destacan la boccia (para personas con impedimentos en su movilidad), el goalball (para aquellos con dificultades visuales) o el fútbol adaptado. También han practicado diferentes actividades pensadas para que los alumnos con estas necesidades puedan encontrar en sus clases de Educación Física un oasis seguro e inclusivo, además de sentir el abrazo sensible y empático de sus compañeros: “La mayoría eran alumnos sin discapacidad y los poníamos en el lugar de esas personas para que pudieran vivir sus dificultades, conocieran cómo les pueden ayudar y supiesen la cantidad de capacidades que tienen todos ellos”.
Muchas de las actividades que Alberto y su equipo llevaron a las aulas continúan hoy en día en marcha: “Hay profesores de Educación Física que antes no realizaban estos deportes y ahora incluyen sesiones sobre ello”. Es el caso del CRIEC, que ha incorporado programas de sensibilización a través del deporte: “Ha sido gracias a que llevamos allí un año el proyecto y les gustó. Los que se benefician de esto al final son los alumnos”.
Cinco años de investigación han servido para extraer conclusiones que Alberto pudo vislumbrar según ponía en contexto todas sus tomas de datos: “Como pensaba ya hace años cuando era alumno, es necesario seguir mejorando y dando más opciones de formación en esta línea de inclusión a estudiantes de grado, aquellos que van a trabar con personas con discapacidad”. Su tesis pretende ir más allá del papel y aportar un soplo que ayude a la sociedad a impulsar su vuelo en este ámbito: “Si te implicas, te das cuenta de que es posible cambiar actitudes hacia la discapacidad y la diversidad, repercutiendo más allá del ámbito educativo”.
Los recursos continúan siendo limitados: a la falta de profesionales se suman las escasas posibilidades de ofrecer la atención personalizada necesaria para introducir en las clases estas actividades. Tampoco llegan recursos materiales y espaciales idóneos para la práctica deportiva específica. Alberto recalca que atender la diversidad no es una tarea sencilla, pero con esta tesis demuestra que con formación, preparación y planificación las clases deportivas adaptadas, lejos de ser una carga, son la forma idónea de invertir en un futuro más integrador e inclusivo.