Canalizar el estrés tras un duro día de trabajo, conectar con la naturaleza en mitad de la montaña o reforzar valores como el compañerismo son solo algunos de los parendizajes que el deporte le ha otorgado a Beatriz Hernández. La directora de la Asociación Parkinson Cuenca se define como una corredora popular que no tiene “nada que enseñarle a nadie”. Puede que esa afición por practicar atletismo al aire libre le venga por su contacto con la naturaleza cuando entre montañas jugaba en su pueblo, Poyatos: “Poder pasar tiempo rodeada de campo ha sido siempre para mí una suerte”.
Pero antes de que correr se convirtiera en su adicción, estuvo vinculada al deporte rey de la ciudad: el balonmano. Con 12 años, comenzó a jugar en el Conquense con el colegio San Julián, al igual que sus hermanos. Calidad no le faltaba a la joven extremo, que destaca el compañerismo como su mayor virtud: “Recuerdo que competir no es lo que más me gustaba, prefería hacerlo con mis compañeros de equipo porque es muy complicado estar psicológica y físicamente estar ahí”. Tomó la decisión de dejar de jugar pese a que le encantaba compartir tiempo con el resto de jugadores: “Las competiciones eran en fin de semana y yo aprovechaba para irme a casa con mi familia porque no los veía en toda la semana y me apetecía estar con mis padres”.
No tardaría mucho en empezar a correr, primero como vía de escape y después como estilo de vida. Al principio, reconoce que encontraba en la carrera continua la mejor forma de autogestionarse en el plano físico y el mental: “Los trabajos que realizo conllevan más pensar, lo que supone que el agotamiento psicológico no sea el mismo que el físico”. En sus primeras salidas iba sola con la intención de abstraerse del trabajo, pero no tardó en encontrar grupos con los que compartir aficiones. Siempre ha estado ligada al Club Atletismo Cuenca y a la Asociación de Montaña Dolomía. Con ellos ha salido nevando, de día y de noche, bajo el calor de la fragua veraniega o del manto de hielo invernal conquense e incluso han visitado otras ciudades juntos: “Dentro de la asociación, también hacíamos ese ocio y tiempo libro en los viajes”.

Y aunque tampoco le ha gustado competir en esta disciplina, algún que otro triunfo se ha llevado en los circuitos de Diputación y en carreras de montaña. Pero su humildad le impide reconocer sus logros: “En el momento en el que corría no había muchas mujeres que lo hicieran, era cuando la mujer empezaba a participar en deportes en los que no había estado de manera tan habitual. Ahora hay muchas más que corren”. Entre correr por asfalto o por montaña se quedan, sin duda alguna, con la segunda modalidad: “No solo disfrutas del campo y los lugares que hemos visitado, sino de ese contacto con la naturaleza que rompe con lo que hacemos diariamente. Además, en asfalto me lesionaba más”.
Asegura que se encontraba cómoda en su época de aprendizaje: “En ese momento era adicta al deporte porque salía todos los días. Era una motivación ir mejorando, encontrándome cada vez mejor”. También le ayudaba a continuar su progreso el idílico entorno por el que salía a entrenar: “Somos muy afortunados por vivir en Cuenca, con la montaña al lado de la ciudad y esos parajes que son un lujo. La lotería nos toca a las personas que vivimos en sitios como Cuenca, que sales a correr y puedes encontrarte con un ciervo o saludar a todo el mundo con el que te cruzas, somos más humanos”. Eso sí, siempre le ha gustado aprender a su manera y de forma autodidacta. Así ha adquirido la técnica de nadar, viendo vídeos y copiando los movimientos.

DEPORTE EN LA ASOCIACIÓN PARKINSON CUENCA
Ahora puede aunar su pasión por la actividad física con su vocación como trabajadora social en la Asociación Parkinson Cuenca. Esta enfermedad, que afecta al movimiento y provoca problemas de dependencia, encuentra en el deporte a veces un aliado para ayudar a aquellos que día a día conviven con esta privación del movimiento: “El Parkinson es una enfermedad muy emocional, en los que puedes pasar momentos en los que te quedas bloqueado y congelado. Por ello, la rehabilitación física y el deporte son fundamentales para enfermedades como el Parkinson”.
Beatriz dirige un equipo multidisciplinar conformado por fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, neuropsicólogos y logopedas que son testigos de las historias de superación de sus usuarios: “Hay algunos que hacen deporte y cuando empiezan a correr conectando su cuerpo con su cerebro es como si el Parkinson se les olvidara. Sigue ahí, es una enfermedad crónica, pero las actividades estimulantes a nivel neuronal y de rehabilitación van fabulosamente bien”.
Ese gen de corredora popular le ha dado el ímpetu necesario para impregnar con su espíritu de compañerismo, superación y voluntad los proyectos de rehabilitación que lidera en la asociación. Beatriz sitúa el deporte como una pieza clave para que sus pacientes puedan seguir sumando y que el parkinson no les impida completar su puzle particular.
