Este es mi llamamiento a los partidos políticos con representación parlamentaria: No queremos representantes de los ciudadanos mediocres, incapaces de lograr un acuerdo para que España vuelva a arrancar. La Comisión Europea nos ha dado una leve tregua de dos años para reducir el déficit público, pero a partir de septiembre ya hay deberes. No es una cuestión de responder precipitadamente a las presiones de un lado y otro, pero sí de cumplir con el mandato de los ciudadanos, ejercer la función pública en representación de los votantes.
Cualquiera que se haya enfrentado a una negociación sabe que cuando el objetivo no es Ganar/Ganar por ambas partes, la negociación es muy complicada. Si nos enrocamos en la opción de uno Gana y el otro Pierde, y no tienes el poder suficiente para conseguirlo, entonces todos perdemos.
Por todo ello le diría a Mariano Rajoy que se atreva a perder la investidura; que supere su egolatría y asuma que no es el líder que todos queremos, pero que es capaz de ser un buen negociador.
A Pedro Sánchez le diría que no nos gustan los kamikazes capaces de morir por la causa. Los españoles no compartimos esa actitud de honor reconocida en la cultura nipona; los españoles entendemos que si cada vez es menor el apoyo, hay que tener la generosidad suficiente para facilitar la gobernabilidad del país y hacer oposición.
A Pablo Iglesias le diría que su fracaso en la coalición con Izquierda Unida no debe ser un motivo para pasar a un segundo plano. Tuvo una gran oportunidad en la primera vuelta, y la dejó escapar.
A Albert Rivera le diría que no renuncie a asumir el reto de demostrar que sus políticas de Educación, Economía, Cultura o Empleo son posibles. Son jóvenes para seguir creciendo, pero demostrando que lo que proponen es posible. A lo mejor ha llegado el momento de asumir la dirección de distintas políticas públicas a través de varios ministerios. De lo contrario, las consecuencias se las pueden preguntar a UPyD.
Mucho se ha hablado del espíritu de la transición (y yo hablé de ello hace unos meses después de los resultados del 20 de diciembre). Sin embargo parece que nadie recuerda lo que ocurrió. La historia nos dice que, en ese camino por avanzar en la democracia en España, se asumieron muchos riesgos a priori -empezando con la legalización del Partido Comunista- y que por el camino hubo consecuencias y sacrificios -Adolfo Suárez se quedó solo y tuvo que dimitir-. Pero el fin justificó el camino y salió adelante la democracia en España, a pesar de las turbulencias del 23F.
Señorías, intenten ser lo más empáticos posibles con los ciudadanos y salgan a los chiringuitos, a las playas, a las áreas de servicio y a las plazas para escuchar lo que piensan de ustedes y sobre la posibilidad de unas terceras elecciones. No necesitamos justificaciones, ni reproches, necesitamos propuestas, soluciones para seguir avanzando.
Les recordamos que son servidores públicos, y si no tienen esa vocación, mejor dedíquense a otro propósito. Les recuerdo que mediocre es quien no tiene un talento especial o no tiene suficiente capacidad para la actividad que realiza.