Décimo aniversario -que no décima edición- de un Festival de Novela Negra de Las Casas Ahorcadas que no deja de sorprender y superarse. Porque este año ha sido capaz de aglutinar calidad y afición, ya que primeras espadas españolas y europeas estuvieron en Cuenca con pleno de asistentes en todas las actividades. Cómics, videojuegos, guiones, novelas, talleres de microrrelato…. un programa completo y para todos los gustos con la intención de romper un estigma: el Festival de Novela Negra no es solo novela negra.
La edición de 2023 ha satisfecho a todos. Desde la organización no han dudado en señalarlo como el mejor de todos los realizados. Puede que lo hayan dicho en caliente, con las emociones a flor de piel, y sin entrar en mayores valoraciones, pero el director del club, Sergio Vera, su familia -Ana, José Ángel, Marta…- se han visto acompañados este año por dos solucionadoras de problemas, Amparo Prados y Pilar Martino, que les han facilitado mucho la tarea, así como un grupo de redes sociales que le ha dado vida al festival durante las 24 horas del día. Pero ahí está el éxito, porque si algo ha conseguido esta edición es que no solo Vera y acólitos se han implicado, sino que han sido muchas las personas que han colaborado para que todo saliera a la perfección. Y es que no es fácil encontrar un festival donde los asociados al club de lectura se involucren tanto, ya sea para recoger y llevar a los autores a la estación del AVE, para ejercer de guías incluso en días libres -que se lo digan a Mercedes Portero- o para enseñarles lo que ofrece la noche conquense.
Para los desconocidos sobre este festival, puede que sea la locura de unos cuantos ‘negritos’ (como suelen llamarse los asociados al club de lectura), pero durante cuatro días han pasado por Cuenca dos Caballeros de las Artes y las Letras de Francia -Bernard Minier y Víctor del Árbol-, un Premio Planeta como Lorenzo Silva, un Premio Nacional de Narrativa y creador de series como Vivir sin permiso como Manuel Rivas, la criminóloga de Cuarto Milenio y súper implicada en el festival como Paz Velasco, el ganador del Premio Paco Camarasa -otorgado por los festivales de novela negra más importantes de España- como Jerónimo Andreu, superventas nacionales, reconocidos autores y un sinfín de personalidades muy reconocidas en sus ámbitos. Y por mucho nivel que venga desde fuera, hay que reconocer el esfuerzo y buen hacer desde nuestra capital, con un Cronista Oficial de Cuenca como Miguel Romero, capaz de guiar a más de 90 personas por las calles del Casco Antiguo en un intenso tour literario o de hacer de guía turístico de Bernard Minier, o unos Juanra Fernández y Mateo Guerrero capaces de transmitir sus conocimientos y pasión a los más pequeños.
Aunque parezca mentira, no es solo literatura. Porque para una ciudad que tiene como mayor industria el turismo, la realidad es que no hay mejor turismo que conseguir que personas con tanta influencia se vayan enamoradas de Cuenca. Y para muestra, de la capital conquense se marchó un Bernard Minier que vende como churros -casi seis millones de libros vendidos y que, por cierto, el mismo día que salía su última novela estaba promocionándola en el festival- con la idea de que Cuenca y su Casco Antiguo protagonizarán su siguiente historia. O que autores tan codiciados como Mikel Santiago o los tristemente fallecidos Alexis Ravelo y Domingo Villar elijan Cuenca como parada obligada debido al ambiente familiar que desprende el festival. O que plumas tan reconocidas como las de Lorenzo Silva, Noemí Trujillo, César Pérez Gellida, Arantza Portabales o Aro Sáinz de la Maza digan ‘sí’ a la posibilidad de acudir al festival en cuanto descuelgan el teléfono y ni siquiera pregunten la fecha ya pone de manifiesto la magnitud y el renombre del certamen de Las Casas Ahorcadas dentro de la literatura.
Un festival capaz de lograr que alumnos de Secundaria y Bachillerato escriban, que la accesibilidad a videojuegos deje de ser invisible o de acercar la literatura a jóvenes y no tan jóvenes con multitud de propuestas debería ser una cita protegida año tras año. Con todo, siempre se echa en falta algo más de apoyo desde las instituciones para que cada edición no arranque y termine con incertidumbre a la hora de justificar el presupuesto. En este sentido, es justo reconocer la implicación de empresas privadas como General Óptica o Masfarné para que el festival cobre vida.
La cultura es un derecho para todo ser humano, el Festival de Novela Negra un privilegio para todos los conquenses. ¡Larga vida a Las Casas Ahorcadas!
